Acompáñenme un par de días más a recorrer Lima y a volar de regreso a la Ciudad de México.

 

Capítulo 9

Terminando de recorrer Lima y de regreso a la Cd. de México….

 

Era 17 de diciembre y volaríamos a México de regreso el 19, así que todavía nos quedaban un par de días para visitar algunos lugares de Lima.

 

Ya estábamos aburridos un poco del buffet del desayuno que ofrecía el hotel así que ese día decidimos hacer un brunch más tarde en Barranco.

Nos fuimos directo al Sofá Café, un lugar que habíamos visto el día anterior y que servía desayunos hasta la 1 de la tarde.

 

Nos encantó el lugar. El ambiente casual y agradable y las opciones de desayuno simplemente deliciosas. 

Andrés pidió un capuccino y yo un café americano mientras revisábamos la carta. El ordenó un sandwich vegetariano acompañado de ensalada y yo una omelette de jamón con queso. 

Pedimos la clave de internet y con toda calma disfrutamos de nuestro brunch y cada quien revisó sus mensajes y fotos. 

 

Salimos del lugar alrededor de las 12 del día y nos dirigimos rumbo al Museo de Pedro Osma ubicado en la hermosa casona de verano que perteneció a la familia Osma y que ha sido renovada y perfectamente conservada, con hermosos salones y exquisitos jardines. Este museo alberga una de las colecciones de arte virreinal  más bellas del Perú.

 

En nuestro trayecto del Sofá Café al Museo Pedro Osma, caminamos alrededor de 10 cuadras por el precioso y ya conocido barrio de Barranco. 

 

En el camino, me encontré con María, una indígena de la región de Cajamarca, vendiendo unos monederos tejidos y unos caminos de mesa muy coloridos.

Platicamos un rato y me dijo que ella venía 2 veces al año a Lima, a este barrio, a vender sus artesanías, que era viuda y con 4 hijos y que Cajamarca estaba como a 14 horas de Lima en autobús.

Me preguntó que de dónde éramos y le dije que visitábamos de México. María me dijo “ Ustedes si que vienen de muy lejos, ojalá y vengan seguido a Perú y me busquen por aquí y nos volvamos a encontrar”. Me encantó su espontaneidad y la pureza de su espíritu. 

Le compré varios monederos para llevarlos de regalos a mis amigas. Le pedí que si quería tomarse una foto conmigo e inmediatamente me dijo que si. Nos despedimos de beso y abrazo y continuamos nuestro camino rumbo al museo de Pedro Osma.

 

Pagamos nuestras entradas al museo y nos mandaron a una guía para darnos el recorrido por las diferentes salas, explicándonos con lujo  de detalle las obras. No había más gente en el museo, así que el tour fue solo para nosotros.

A mi me encantó el museo. Andrés lo apreció aunque definitivamente él prefiere el arte contemporáneo.

 

Al finalizar el recorrido, se me ocurrió preguntarle a nuestra guía si me podría recomendar algún mercado para comprar artesanías y me comentó que justo en diciembre y en julio, en el Ministerio de Cultura de Lima, hay una exposición temporal llamada RURAQ MAKI, que en lengua quechua significa “hecho a mano” y es una venta de artesanía popular peruana, en donde los artesanos de las diferentes regiones del Perú exponen y venden sus productos al público en general.

Le agradecí infinitamente la recomendación ya que quería yo aprovechar el último día de nuestra estancia en Lima para comprar algunas artesanías antes de regresar a México.

 

Salimos del museo y nos dirigimos a la plaza central de Barranco para comer un lunch ligero e irnos a descansar al hotel porque teníamos reservaciones para cenar en un restaurante a las afueras de Lima, llamado Nanka.

 

El restaurante Nanka está en un suburbio a las afueras de Lima. Hicimos como 45 minutos en llegar de la zona de San Isidro a la zona en la que se encuentra el restaurante.

Definitivamente valió la pena ir hasta allá por la comida. De verdad la comida EXTRAORDINARIA. El ambiente, la música y la iluminación no me encantaron. Un poco ruidoso pero, con todo y todo, la cena fue DELICIOSA.

 

Yo pedí un pato orgánico sobre un arroz al culantro con usa salsa de azafrán  y Andrés pidió unos ravioles rellenos de ricotta en una salsa pomodoro realmente deliciosa. Cerramos nuestra cena con una infusión de hierba luisa aromática  y exquisita.

Pedimos nuestro uber y regresamos al hotel. Por cierto, éste fue el único uber en Perú que calificamos bajísimo. El chofer corría como si fuera a recibir herencia y daba unos frenazos que en algún momento pensé que chocaría. No fue malo, sino malísimo. De milagro llegamos sanos y salvos al hotel.

 

Dormimos como piedra.

Decidimos nuevamente, saltarnos el desayuno del hotel y probar otro lugar. Encontramos por internet un lugar cercano que sirve brunch y que nos quedaba a unas cuantas cuadras caminando.

El lugar se llama Convivium. Elegante, con un servicio muy lento, caro, la comida buena pero las porciones muy escasas.  En esta ocasión desayuné unos pancakes de ricotta con limón y un café americano. 

 

De ahi nos fuimos en uber al Ministerio de Cultura a la exposición RURAQ MAKI.

Andrés estaba cansado y con un poco de tos. Encontramos un lugar dentro de la exposición, en donde estaban pasando videos de las diferentes regiones de Peru, explicando las artesanías ahí expuestas. Andrés se quedó ahí sentado mientras yo visitaba la exposición.

 

Disfruté enormemente la exposición, sobre todo el platicar con los indígenas de cada región y en apreciar sus coloridos y bellos atuendos que con mucho orgullo vestían para atender sus puestos.

 

En la exposición conocí a una chica extraordinaria, Patty Mendoza López, Directora en la Casa Museo Joaquin Lopez Antay de Ayacucho, quien atendía uno de los puestos y vendía las artesanías provenientes de esta región.

Cuando escuchó mi acento me preguntó que de dónde era y me dijo que amaba México, a Frida Kahlo, a Diego Rivera y el arte mexicano en general.

Nos caímos muy bien. Conversamos un rato e intercambiamos celulares y direcciones de Facebook.

Nos despedimos con un muy fuerte abrazo y con la promesa de reencontrarnos en el futuro.

Terminé mis compras de artesanías y me reencontré con Andrés.

Seguía  viendo los videos. 

 

Sentadas cerca de Andrés estaban dos señoras peruanas, mamá e hija a las que había yo ya visto en la exposición, y a la mamá le había yo dicho lo guapa que se veía con el chaleco que traía puesto. El chaleco lo acababa de comprar a artesanos de la isla de Taquile.

Conversamos un rato. Ambas se llaman Cristina. Son señoras muy distinguidas y cultas y conocen la Ciudad de México.

Es increíble lo pequeño que es el mundo cuando en nuestra charla, caímos en cuenta que Cristina Loaiza, la hija, quien entre otras ocupaciones, es la Profesora y entrenadora de las competencias de debate del equipo peruano, resultó que conoce perfectamente a una profesora de Andrés quien fue su entrenadora del equipo de debate de México en el cual mi hijo participaba.

No hay duda de que el mundo “es un pañuelo”.

 

Después de platicar un rato con las dos Cristinas y de tomarnos una foto, nos intercambiamos teléfonos y nos despedimos de ellas. 

 

Ya era hora de comer y decidimos volver al primer restaurante que habíamos probado en el barrio de Miraflores a nuestra llegada a Lima, Punta y Sal. 

Yo tenía un gran antojo de cebiche y quería volver a tomar de postre un suspiro limeño.

 

Llegamos a Punta y Sal y nos asignaron inmediatamente nuestra mesa. Comimos de verdad delicioso.

La tarde estaba hermosa, soleada pero con un viento muy agradable que permitía volar a varios parapentes al mismo tiempo.

Caminamos por el Parque del Amor después de la comida.  Habían muchas familias disfrutando del parque, enamorados en bancas, grupos de personas con carteles pidiendo abrazos, personas de la tercera edad haciendo Tai Chi, gente caminando a sus perros. 

 

Nos sentamos en una banca a esperar la puesta del sol mientras tomábamos nuestras últimas fotografías de este viaje. Pasamos una tarde hermosa.

 

Pedimos nuestro uber y pasamos al hotel a recoger nuestro equipaje que nos estaban guardando. Ya habíamos hecho el check out por la mañana y pasaríamos la última noche en Lima en el único hotel que está en el aeropuerto. Ya lo llevábamos reservado y pagado. Nuestro vuelo salía a las 8 am y del centro de Lima al aeropuerto haces más de una hora.

 

El mismo uber nos llevó al hotel del aeropuerto. Ya nos estaban esperando. Nos dieron nuestra habitación y nos indicaron que el restaurante para el desayuno abría desde las 5 am. 

 

Nos fuimos a descansar y a empacar el shopping que habíamos hecho en RURAQ MAKI.

 

Dejamos preparado todo el equipaje y la ropa para el día siguiente.

 

Fue definitivamente un acierto hospedarnos la última noche en este hotel, ya que pudimos documentar el equipaje y regresarnos con toda calma a desayunar al buffet del hotel.

 

Después del desayuno nos lavamos los dientes e hicimos el check out. Nos fuimos directamente a pasar seguridad y migración. Justo nos alcanzó el tiempo.

Cuando llegamos a la sala, estaban empezando a abordar…

 

Entramos al avión y nuevamente teníamos muy buenos lugares, en la fila para dos del lado izquierdo. Andrés tomó la ventana, yo el pasillo.

 

Despegamos  a tiempo, para regresar a nuestra casa, a nuestro México, llenos de aventuras, de nuevos sabores probados, de muchos lugares visitados, de nuevos amigos, de sustos mayores superados.

 

Regresamos llenos de paisajes de ensueños y de gente linda. Llenos de una tierra mágica multicolor. Llenos de la esperanza de volver y de seguir explorando esta tierra hermana.

 

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