Capítulo 8
De regreso en Lima….
Después de checar los mensajes en mi celular me metí a bañar y me arreglé. Andrés seguía durmiendo. El cuerpo se lo pedía después de la descompensación tan tremenda que había vivido así que lo dejé dormir.
Yo moría de hambre y estaba a punto de bajarme a desayunar cuando despertó y me dijo que también moría de hambre, que lo esperara, así que se levantó, se bañó y con mucho mejor cara que el día anterior y con el alma de regreso en el cuerpo, nos fuimos a desayunar.
Desayunamos en el buffet del restaurante del hotel con calma y sin plan para ese día. Andrés aun se sentía muy cansado así que después de desayunar nos subimos a la habitación y pusimos el letrero de “no molestar”.
Nos recostamos y nos pusimos a leer cada quien en su cama.
Andrés se durmió un buen rato hasta que nos dio la hora de la comida.
Recordando lo que el taxista del aeropuerto nos había sugerido el día anterior en cuanto a comernos “un buen caldo con kion en una Chaufa”, inmediatamente le sugerí a Andrés cuando despertó que googleara un buen restaurante de comida china cercano al hotel para comer ahí. En los días anteriores en los que habíamos estado en Lima, no habíamos tenido el tiempo suficiente para ir a una Chaufa peruana, así que esta era nuestra oportunidad.
Encontró una muy buena opción en la zona de Miraflores y tomamos un uber directamente para el restaurante.
El lugar estaba totalmente lleno con oficinistas de la zona y muchos peruanos de origen chino. Afortunadamente no tuvimos problema para conseguir mesa, así que el capitán nos asignó una de inmediato.
Después de ordenar nuestras bebidas nos trajeron la carta. Eran hojas y hojas llenas de opciones de muchísimos platillos deliciosos.
Cuando eso me pasa, me encanta pedirle al mesero su recomendación para no perderme en el menú y en mi experiencia, en el 99% de las veces me han recomendado muy buenos platillos.
Le pregunté por el “caldo con kion” y si tenía la opción sólo con verduras. Me dijo que si, así que esa fue la sopa para Andrés. Yo le ordené mi sopa de won ton que estaba deliciosa. Al centro nos trajo unos tallarines salteados con todo tipo de verduras y disfrutamos la riquísima comida y el ambiente.
Acabando de comer vi que Andrés se sentía mejor y me dijo que por qué no íbamos al parque John F. Kennedy que había visto en las guías para buscar un cafecito y disfrutar de la tarde mientras leíamos. Me pareció buena idea y eso hicimos.
Yo amo los parques así que le dimos una vuelta mientras ubicamos un lugar de café orgánico peruano que nos pareció el indicado para pasar la tarde en la terraza. Ordenamos un par de capuchinos y dos brownies, sacamos nuestros respectivos libros y disfrutamos muy tranquilamente el resto de la tarde.
Tomamos nuestro uber y nos regresamos al hotel.
Ya no cenamos y nos fuimos a dormir temprano. Aun sentía yo que Andrés necesitaba mucho descanso para terminar de recuperarse y estar listo para el vuelo de regreso a la Ciudad de México que sería en un par de días.
Por algún motivo no dormimos bien ninguno de los dos. Yo creo que fueron los capuchinos que aunque los ordenamos descafeinados, seguramente nos los dieron con cafeína. Además Andrés había tosido bastante durante la noche, así que amanecimos cansados y Andrés de malas y de ánimo caído.
Yo me levanté me bañé y me vestí.
Andrés no quería pararse y por primera vez en un viaje me dijo “ya me quiero ir a mi casa y estoy harto. Además me siento super mal porque por mi culpa tu no cumpliste tu sueño de ir a Machu Picchu”.
A los dos se nos salieron las lágrimas. A mi por verlo triste y por todo el estrés que había yo cargado en los últimos días. A él por aun no sentirse del todo bien físicamente y por la “culpa” que sentía de habernos impedido ir a Cusco y a Machu Picchu.
Nos abrazamos y le dije que no se confundiera. Que uno tiene que tener las prioridades muy claras en la vida y que para mí, lo más importante SIEMPRE es el que estemos bien, con salud y libres de cualquier peligro y que los cambios son parte de la vida y los tenemos que asumir de la mejor manera posible. Que los sueños los podemos REPROGRAMAR y ponerles nueva fecha para cumplirlos más adelante y que a mí lo único que me importaba era el verlo bien y libre de peligro.
La realidad era que estábamos cansados y nos estaba haciendo crisis todo lo que habíamos pasado, pero yo no podía ni quería terminar un viaje con los ánimos hasta el suelo así que le dije a Andrés, “tenemos dos opciones, o decidimos pasarla bien este par de días que nos quedan, con buena actitud y disfrutando la ciudad o, de todos modos estaremos aquí pero de malas y pasándola terrible”.
“Yo ELIJO pasarla bien, echarle ganas y seguir conociendo Lima e ir a nuevos lugares y disfrutar. El pasado, pasado está y yo DECIDO seguir FELIZ y espero y deseo que tu también lo hagas y que hagas tu mejor esfuerzo por mantener el espíritu en alto, así que métete a bañar y arréglate porque vamos a salir”.
Terminando mi discurso, Andrés me vio tan decidida que se metió a bañar y se arregló de inmediato. Mientras desayunamos nos sentamos un momento a planear el día y elegimos iniciar nuestro día en el MAC (Museo de Arte Contemporáneo). Nos subimos al uber y nos fuimos directo al museo.
Pasamos la mañana en el museo y pudimos apreciar, entre otras cosas, la obra del pintor peruano Ramiro Llona, la cual me encantó por su fuerte colorido y expresividad.
Al terminar de recorrer las 4 salas del museo, nos dirigimos a los jardines para disfrutar en la cafetería del museo un delicioso jugo energético y decidir en dónde comeríamos ese día.
Andrés quería ir a un restaurante con opciones veganas y encontró un pequeño restaurante a unas 10 cuadras del museo llamado Local, en la zona de Barranco. El lugar muy agradable, con tan solo unas 10 mesas, ubicado en un patio rodeado por tiendas de diferentes productos. El lugar se caracteriza por tener todos los días un menú corrido diferente con una opción vegana y otra opción con carne.
Nos sirvieron la comida en una vajilla antigua como la de mi abuelita. Yo pedí de entrada unas papas a la huaicaína y de segundo plato un pollo en salsa de culantro y espinaca acompañado de un rico arroz. Andrés pidió como primer platillo una sopa de quínua y de segundo, un arroz meloso con vegetales acompañado de ensalada. El agua del día fue de granada.
Comimos delicioso y me fascinó el colorido de nuestros platillos. Para mí fue como volver a ver las obras de arte de Ramiro Llona del museo MAC.
Finalizamos la comida y decidimos caminar sin rumbo. Encontramos en nuestro paso una librería de barrio y entramos para comprar un par de libros. Seguimos caminando y llegamos a una calle que daba a unas vistas divinas del océano pacífico. Nos sentamos en una banca que encontramos y nos pusimos a leer y a contemplar el bello atardecer…
Continuará…..
País:México
Qué maravillosa actitud mi querida Caro! Definitivamente, elegir la opción de ser feliz y disfrutar los dos últimos días del viaje fue el motor para salir y conocer más de la ciudad y quedarse con esos recuerdos!