De hecho, después de un análisis más profundo, podemos darnos cuenta de que en ocasiones son casi antónimos.
Lo hemos visto cuando hablamos de Seguridad o Confianza, Voluntad o Fuerza de Voluntad, Aceptación o Resignación, Alumbrar o Deslumbrar, etc…
Algo similar pasa con el Miedo y el Temor. Las emociones son sensaciones inmediatas que el cuerpo muestra ante determinadas circunstancias. Simplemente surgen, no las decidimos conscientemente.
Si usted está tranquilamente trabajando en su despacho o en su casa, y de repente, ve entrar un león por la puerta, lo más seguro es que sienta una ola de miedo cercana al pánico. A menos que sea usted un domador de leones, claro! Pero la mayoría de nosotros no lo somos, así que es muy probable que esa sea la sensación inmediata que se dispara en nuestro cuerpo.
Las reacciones ante el miedo pueden variar desde la huida hasta la paralización completa de nuestra capacidad para reaccionar. Lo cierto es que no sabemos cómo vamos a reaccionar ante una situación que es completamente nueva en nuestras vidas. Con frecuencia oigo conversaciones donde la gente imagina y comenta, con un exceso de contundencia según mi opinión, lo que haría en determinada circunstancia que nunca ha vivido.
Y lo único cierto es que no sabemos cómo vamos a reaccionar ante situaciones nuevas en nuestras vidas, que jamás hemos tenido oportunidad de vivir ni de ensayar. Por eso, en esas conversaciones guardo un prudente silencio. Parece inútil convencer a alguien que habla con certeza de lo que no conoce.
A lo largo de mi vida he vivido muchas situaciones que quizás antes he podido imaginar en mi cabeza y, sin embargo, mi reacción a la hora de la verdad no fue en absoluto la que había previsto. He vivido temblores fuertes en diversos países, y mi reacción fue unas veces de parálisis, otras de salir corriendo sin rumbo, otras de cobijarme en el sitio más absurdo y otras, las menos, de reaccionar serenamente como indican las normas a seguir en estos casos.
Aún recuerdo un evento de hace muchos años en el que cruzando un paso de cebra, un vehículo a toda velocidad me paso rozando. Y digo rozando porque tuve los reflejos de echarme hacia atrás en el último instante. Si no me hubiera pasado literalmente por encima. Mi mezcla de pánico y rabia se tradujo en un sustantivo irrepetible en estas páginas.
Resultó que el susodicho conductor debió oír mi improperio y se sintió ofendido sin consuelo, hasta tal punto que frenó en seco y salió del coche dispuesto a todo menos a pedir perdón. En mi cabeza prevalecía el enojo por la injusticia de que él, que casi me mata, se sintiese el despechado, pero en mi corazón el miedo hacía su trabajo.
He de aclarar que en mi vida he participado en una pelea a golpes, por lo que mi habilidad en ese rubro es nula por completo. Yo quería defenderme de sus golpes e incluso propinar alguno, que me parecía bien merecido, pero el resultado es que me quedé inmovilizado por completo mientras me soltaba un par de golpes a la cara con total impunidad. Allí quedé, asustado, dolorido, avergonzado… y afortunadamente solo. De hecho, creo que es la primera vez en mi vida que comento este incidente.
Podremos reaccionar al miedo, ensayando situaciones, para que cuando ésta ocurra en la realidad no sea de hecho nueva para nosotros. Es lo que hacemos cuando nos volvemos a subir a la bici después de una caída, o a los patines o a los esquíes. Por eso entrenamos, aprendemos y cuando dominamos una situación, deja de producir miedo. En mi relato anterior nunca lo hice porque sigue sin interesarme lo más mínimo la violencia. Sigo siendo el mismo inútil en ese rubro.
El Temor es otra cosa.
El Temor es el resultado de vivir sin Confianza en nosotros mismos, en nuestra capacidad de viajar tranquilos por la vida sabiendo que, de alguna manera, nos iremos haciendo cargo de lo que ocurra, cuando ocurra… si es que ocurre!! No necesitamos anticipar todas las situaciones ni todas las amenazas posibles, entre otras cosas, porque es imposible.
Quien carece de la suficiente confianza vive anticipando las amenazas y por tanto anticipando unos miedos ante una situación que aún no ha sucedido… ¡y que puede que no suceda nunca!
Es decir, el Miedo es una reacción al presente, pero el temor es una reacción anticipada a un futuro que no ha ocurrido. El miedo es una reacción a lo real, pero el temor es una reacción a lo posible.
Retomemos nuestro ejemplo del león. Si usted está en su despacho temiendo la posibilidad de que pueda entrar un león por la puerta, es seguro que no podrá concentrarse en su actividad presente.
Por eso afirmo que mientras el Miedo es una reacción lógica que sentimos de forma pasajera, muchas veces en nuestras vidas, el Temor es una cárcel permanente que no nos deja vivir en paz. Porque lo posible, por más improbable que sea, siempre será posible, al menos en nuestra cabeza. Y no nos valdrán los argumentos lógicos de quien nos quiera convencer sobre la improbabilidad de que un león de repente entre por la puerta de un despacho que quizás esté en el piso 15 de un edificio con puertas de seguridad en la entrada. El temor está por encima de la lógica. Por eso es tan nocivo.
El Miedo es circunstancial, el Temor es permanente. Por eso es una cárcel y por eso no nos permite vivir.
Las reacciones físicas desaparecen cuando el estímulo que las provoca desaparece, pero el temor está en la cabeza, imaginando situaciones. Y ahí radica precisamente la distinción principal entre estas dos palabras:
El miedo es una emoción, pero el temor es, antes que nada, un pensamiento… que nos genera, eso sí, un miedo permanente.
Y por tanto, será desde la cabeza desde donde lo podremos vencer. Por más que nos parezca irracional, solo al darnos cuenta de que es un pensamiento, podremos empezar a ponerle freno con la lógica y la generación de otros pensamientos más tranquilizadores y más cargados de probabilidad.
En la vida siempre van a suceder situaciones nuevas, imprevistas, ante las cuales deberemos reaccionar, pero no podemos vivir anticipándolas todas. Nuestro cuerpo está siempre en el presente, pero nuestra cabeza y emociones están en un futuro impredecible, es imposible lograr un mínimo de bienvivir. A veces reaccionaremos mejor y otras peor, pero así vamos aprendiendo por la vida, a hacer las cosas cada día un poco mejor, y a disfrutar del viaje.
Recomendaciones
Dada la importancia de esta distinción en nuestras vidas, en este artículo, en vez de preguntas, les ofrezco una pequeña pero muy útil técnica para sacar pensamientos indeseables de su cabeza. Yo la llamo, con mayor o menor fortuna, la técnica del lorito. Usted podrá comprobar su utilidad en la vida real.
Una herramienta útil: La técnica del lorito
Parece imposible sacarnos pensamientos de la cabeza, y por eso muchas veces parecemos prisioneros de nuestros pensamientos más tóxicos. Pero hay trucos útiles que nos pueden ayudar mucho.
Cuando usted tenga unos de esos pensamientos que le generan temor, o rabia, o cualquier otra emoción que le va a llevar a reaccionar de la peor manera posible, imagine que no es un pensamiento suyo, sino que un lorito le está susurrando al oído esas ideas. Es decir, ya no es un pensamiento, sino una conversación externa.
Pido anticipadamente perdón a todos los loros de este mundo, pero les agradezco al mismo tiempo su gran servicio a la humanidad a través de este ejercicio que, por supuesto, solo es imaginado.
Lo que debe hacer es rechazar esa conversación, agarrando al lorito y figurativamente estampándolo contra la pared como hemos visto mil veces en los dibujos animados de la tele. Pero debe verlo, y conversar con él.
- ¡Estúpido loro, deja de decirme estas estupideces que no me interesan!- diga mientras observa al loro estrellarse contra la pared.
Imaginemos la situación en caricatura. ¿Qué va a hacer el lorito? Tendrá seguramente más cuidado de volver a acercarse a su oreja a susurrarle un tema ante el cual ya conoce su reacción violenta. Y si lo intenta, se volverá a llevar una nueva tarascada por su parte.
El resultado es que dejará de acercarse, y usted, sin darse apenas cuenta, habrá expulsado de su cabeza esos pensamientos convertidos en conversación, y podrá llenar su cabeza de otros más positivos y útiles.
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País:Argentina
Jaaa, tienes razón Amparo, suelo pedir perdón antes a los loritos en general, aclarando que solo es una metáfora como las que hemos visto miles de veces en los dibujos animados. Pero aceptar el miedo como algo no solo natural sino beneficioso para ser cautelosos, y el temor como un pensamiento o creencia que nos va a mantener limitados toda la vida es una distinción que se me hace esencial para poder afrontar un futuro que siempre es incierto para todos. Un cordial saludo Rafael Calbet
Gracias Rafael, es la primera vez que leo sobre esta distinción entre miedo y temor. De ahora en adelante la tendré presente con mis consultantes. También me gustó la técnica de lorito, pero cuidado con la sociedad protectora de animales ;)