"De qué te sirve ser niño, si no te dejan ejercer” Quino

 

Son múltiples las inquietudes de los adultos con respecto a la formación de sus hijos. Frecuentemente en mi consulta me encuentro con papás y mamás que manifiestan su preocupación por criar hijos que el día de mañana se conviertan en adultos responsables, felices, útiles a su comunidad, pero a su vez temen que el medio los maltrate y les robe la seguridad en sí mismos, entonces también quieren que sean fuertes y no se dejen manipular por los demás.

 Hoy pretendo con esta reflexión plantearles una idea que cuando la escuché de Humberto Maturana, el biólogo y filósofo de quien les platiqué en mi reflexión del mes pasado, me hizo todo el sentido:

 https://es.wikipedia.org/wiki/Humberto_Maturana

Anteriormente era al entrar a la adolescencia cuando llegaba el momento de enfrentarse a la competencia y a la necesidad de adaptarse a un entorno de constantes retos y necesidades de encajar en patrones impuestos. Hoy, de acuerdo con Maturana, esto está sucediendo desde la niñez, lo cual está haciendo que se pierda la inocencia y la confianza de manera precoz.

Lo que yo quisiera transmitirles, es que se observen en su papel de padres de hijos pequeños y se den permiso de hacer las cosas de manera diferente. Esta es una invitación a poner en segundo lugar el temor a que fallen en el futuro y se enfoquen en el niño que está hoy frente a ustedes. Es posible que así la competencia y la necesidad de encajar pierdan importancia en un momento de sus vidas donde eso no debe ser lo fundamental.

 ¿Y cómo hacemos?

Aquí el RESPETO es el protagonista. Primero que todo respeto por los errores de nuestros hijos, permitirles que se equivoquen y que ante sus equivocaciones ellos no se sientan avergonzados. Tenemos que tomarnos el tiempo de acercarnos a sus vivencias desde su visión, no desde la nuestra. Aceptemos sus errores y tomémonos el trabajo de explicarles asegurándonos de que lo estemos haciendo de manera que ellos entiendan. Esto es un padre acogedor. Un padre cuyo hijo se sienta tan respetado por ser él, no por lo que hace, que no tema manifestar sus errores y dudas.

 

Hacernos consciente de las EXPECTATIVAS que generamos en torno a nuestros hijos es otro factor importante en este increíble reto de criar. Frecuentemente me encuentro con argumentos inteligentes y bien armados mediante los cuales tratamos de convencernos a nosotros mismos de que no ejercemos presión alguna sobre ellos, que nuestra única aspiración es que sean felices. Pero cuando la impaciencia en el trato con ellos es la que prima, cuando nos ven luchar por que se adiestren en tantas actividades como podamos financiarles, cuando nos escuchan comentar con otros adultos el orgullo que nos causa tal o cual éxito alcanzado, estamos poniendo sobre sus hombros una responsabilidad que debe venir más adelante, no durante la niñez.

 Esta tiene que ser una etapa de exploración, de intentar conocer ese mundo nuevo que se abre a sus ojos, lejos de nuestra necesidad de que encajen y sobresalgan, de que aprendan a leer antes que los demás, de que presenten el mejor examen para el kínder o de que tengan asegurado el cupo en la mejor escuela.

Unos padres acogedores se encargarán de fortalecer la confianza de sus hijos a partir del respeto. La vida se encargará poco a poco de meterlos a las filas de la eficiencia y la competencia, pero nosotros en los primeros años de su vida, tenemos que estar conscientes de que nuestro principal cometido es brindarles un espacio seguro, desde el cual podrán salir a enfrentar la vida a partir de una gran confianza en ellos mismos.

  • Quienes han leído hasta aquí deben estar pensando que el riesgo es criar hijos mimados o irresponsables. Yo creo que más bien es al contrario, pues esa base de seguridad y respeto les permitirá interactuar desde la confianza y no desde el miedo. De manera que nuestro trabajo de poner límites y transmitir valores, será más sencillo. 

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