El trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad es uno de los problemas más comunes dentro de la población infantil. ¿Cómo reconocerlo? ¿Qué medidas tomar para que los niños puedan mejorar?

 

Es normal que los niños corran, griten, salten, toquen todo y parezcan inagotables: por más cansador que parezca para la mayoría de los padres, esto es normal y parte de su desarrollo y maduración. Pero a veces el nivel de energía de un niño se vislumbra excesivo, no puede mantenerse sentado ni a la hora de la cena ni en el colegio, su locuacidad es imparable, reacciona con impulsividad extrema hacia los demás (otros niños o los propios padres, suele terminar en pelea) y puede tener problemas para sostener la atención y retener lo que escucha en la memoria. La suma de todos estos factores o alguno de ellos puede indicar que el niño sufre el trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH o ADD por sus siglas en inglés).

¿Pero cómo dilucidar si estamos lidiando con un niño inquieto, desobediente y/o travieso, en vez de uno con hiperactividad? Es importante que un especialista realice un diagnóstico a través de pruebas, historias clínicas, asegurarse de que no se trata de un caso de hipertiroidismo o un tumor del lóbulo central, entre otros. Según los médicos, la mayoría de los niños diagnosticados con hiperactividad no reciben medicación  o tratamiento, lo que puede complicar el caso y requerir medicación en la adolescencia.

Otros factores para reconocer a un niño TDAH: se dispersan con facilidad, no pueden terminar una actividad, no pueden quedarse quietos (por ejemplo al leerles un cuento), al hablarles pareciera como que no escuchan o no prestan atención, cualquier cosa los distrae, pierden objetos. En el colegio se enojan e irritan por cualquier cosa, o cuando los obligan a hacer tareas que no quieren, se dispersan frente a la maestra, parecen que no la escuchan, molestan y distraen a sus compañeros, no respetan la autoridad, no prestan atención a las cosas que no les interesan, hablan sin parar y suelen molestar. También son impulsivos, interrumpen las conversaciones de los demás, no pueden esperar a que les toque su turno.

Todo esto desencadena problemas principalmente en la escuela, espacio donde el niño pasa gran parte de su desarrollo, pero el tema es que muchas maestras no saben cómo (o no quieren) lidiar con un niño hiperactivo. En muchos casos, las instituciones marginan a los chicos, y hasta los expulsan. Es importante que el niño con este trastorno concurra a una clase reducida, de no más de 30 chicos, en lo posible lejos de ruidos y distracciones; debería sentarse cerca de la maestra para que pueda controlar si hace su tarea, y los padres deberían estar en contacto permanente con ella para saber cómo se desenvuelve y evoluciona el niño.

Ya en el hogar, los padres deben crear espacios dedicados exclusivamente para el chico, actividades que requieran cortos períodos de tiempo, dialogar con él para conocer sus problemas y preocupaciones, hacerle saber que lo quieren y es importante. Establecer reglas, consecuencias y premios: es importante marcar los límites e imponer normas de disciplina. Incentivarlos a hacer deportes y tareas en las que se sientan cómodos.

A la larga, el TDAH puede provocar frustraciones en el ámbito escolar y familiar, que se puede extender hasta la vida adulta, generando irritabilidad, depresión, desconfianza, inseguridad y baja autoestima, además de dificultades para encontrar y/o mantener el trabajo.

¿Es aconsejable medicar al niño hiperactivo? Hoy en día en algunos países estos chicos son excesiva y prematuramente medicados. Depende de cada caso, antes de llegar a esa resolución los padres junto con el médico, psicólogo, psiquiatra infantil, neurólogo y un psicopedagogo deben evaluar la historia del chico para determinar el mejor tratamiento. Los remedios para el trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad son un soporte y no una cura: ayudan a mantener la concentración en una actividad y previenen el agravamiento de la enfermedad, pero no la curan.

Finalmente, lo importante es mantener una actitud positiva para motivar al niño a enfrentar sus problemas y salir todos juntos adelante y en especial concurrir a un profesional idóneo para tener el diagnóstico más certero y pronto posible. 

  • Ya decía Paulo Cohelo "Cuando atrasamos la cosecha, los frutos se pudren, pero cuando atrasamos los problemas, no paran de crecer."

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