Y cuando digo pensar, los invito a hacerlo como padres, de corazón pensando primero en el hijo: temperamento, madurez, necesidad real, pros y contras, opciones, presupuesto, necesidades comunicacionales de la familia, riesgos y beneficios.
Analizar en conjunto sin perder de vista nunca la prioridad que es: Lo mejor para cada uno de sus hijos.
La decisión debe ser clara, consecuente y valiente, sea cual sea, será definitiva, sin cambios de opinión a causa de manipulaciones y menos de pataletas.
Podrán pensar que exagero y que el celular no es una decisión trascendental en la vida de nuestros hijos, menos hoy cuando es tan normal tenerlo, pero si lo es, ya que podemos y tenemos que aprovecharlo como herramienta poderosísima de educación.
Una vez más, el ambiente nos presenta desafíos que debemos convertir en oportunidades.
Gracias a ese aparatito frágil, costoso y fácil de perder…. los padres debemos enseñar a los hijos una larga lista de valores tales como: responsabilidad, libertad, orden, autocontrol, intimidad, libertad, veracidad y un largo etc.
¿Cómo? Pues con un ingrediente que viene adherido a los hijos y que es gratis: El AMOR que les tenemos. Esa es la luz que siempre tiene que iluminar las decisiones cuando se trata de nuestros hijos.
Tomar la decisión de darle o no un teléfono celular a un hijo y cuál darle es una OPORTUNIDAD EDUCATIVA. ¡Aprovechémosla!
¿A qué edad? Tomando en cuenta de que al menos necesita saber leer y escribir, no será antes de los 7 años. De ahí para adelante depende exclusivamente de las consideraciones meditadas de los padres sin presiones externas de ningún tipo, menos de berrinches o influencias mercantilistas.
Cuándo, cómo y cuánto dinero vale la pena invertir o despilfarrar en el aparato también concierne a los padres, eso sí; asumiendo responsablemente las consecuencias de tales decisiones.
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Recuerden que la palabra educa, pero el ejemplo arrastra.
- Ecuador
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