Ser padres no es una tarea sencilla, e intentar educar a tu hijo, de la forma adecuada, puede ser bastante retador. ¿Verdad? Tienes muy claro que debes enseñar a tu hijo a tener valores, pues son éstos los que le permitirán crecer de forma sana, tanto emocionalmente como espiritualmente. Pero aún y cuando siempre intentas dar lo mejor de ti, no siempre tu hijo se comporta de la manera que deseas, aparecen los conflictos y en esos casos, la conducta debe ser corregida de forma inmediata y es aquí en donde aparecen los castigos.
Los castigos, no son más que acciones realizadas por una persona que producen desagrado o aversión en otra y se aplican con la finalidad de corregir o erradicar una conducta o comportamiento que consideramos negativo o inapropiado.
Sucede que muchas veces esos castigos se sufren por cosas que se han hecho sin querer, por cosas que no se hicieron y a veces, por faltas que sí se cometieron a propósito. Sus causas pueden ser diversas, muchas veces se viven como injusticias y si nos detenemos un poco a reflexionar en ellos, podrían hasta provocar efectos negativos en el proceso de desarrollo del niño si son mal aplicados.
Ya sabemos que algunos especialistas no los recomiendan pues creen más, en la efectividad del refuerzo para consolidar las conductas positivas de los niños, que en los castigos para erradicar las conductas negativas. Éstos sólo podrán ser efectivos si antes de aplicarlos se llega a la raíz del problema, para así obtener una solución mantenida en el tiempo y además, son acompañados de una función educativa.
Si eres de los que crees en el castigo, y lo utilizas como una herramienta más para educar a tu hijo, acá hemos recopilado para ti una lista de posibles errores que podrías estar cometiendo a la hora de aplicarlos y que por lo tanto, estarían anulando su efectividad.
Estos son 10 Errores comunes que puedes estar cometiendo al castigar a tu hijo:
1.- El castigo es desproporcionado, frente a la falta cometida. Por ejemplo: el niño pinta las paredes con sus marcadores. Castigarlo retirándole los marcadores y decirle que no los usará por una semana, sería desproporcionado. El castigo, para que tenga una función educativa, deberá ser una consecuencia proporcional a los actos del niño, sólo de esta forma, él podrá realmente identificar la falla y tener un aprendizaje positivo. En este sentido, lo correcto será hacer que entienda que no debió hacerlo, explicarle que la pared está sucia y decirle que ahora deberá limpiarla, e incluso puedes ofrecerle tu ayuda.
2.- Dejarte dominar por la ira del momento. Perder el control por el comportamiento negativo de tu hijo, no es nada recomendable y un grave error. Dejarte llevar por la ira o la rabia, no te ayudará a tomar las decisiones más acertadas, por el contrario, hará que tu hijo se ponga a la defensiva y en lugar de controlar la situación, puede que provoques el efecto contrario, que la misma se desboque aún más.
Es normal que sientas molestia, pero ante todo, deberás hacer que prevalezca la calma.
3.- Recurrir a la violencia no es una opción. Nada bueno saldrá de allí. A pesar de que aún existen padres que piensan que las conductas negativas de sus hijos pueden ser resueltas con la violencia, la misma no debe ser aplicada bajo ningún concepto. La violencia marcará de forma negativa el desarrollo de tu hijo, lo que estará aprendiendo es que las cosas sólo pueden resolverse así y por lo tanto, tendrás como resultado un adulto, tal vez sumamente rebelde, tal vez extremadamente sumiso, en el peor de los casos, un adulto violento.
4.- El castigo es la regla y no la excepción. Reserva el castigo para situaciones muy específicas. Si haces del castigo una regla, al final de algún tiempo, terminarás por perder autoridad y el castigo perderá su efectividad. Determina cuál de las conductas de tu hijo merecen realmente un castigo, no apliques castigos por todo aquello que tu hijo hace mal.
5.- No darle la oportunidad a tu hijo de ofrecerte una explicación. Permitir que tu hijo explique su comportamiento, podría ayudarte a llegar a la raíz del problema y de esa forma determinar y aplicar la solución más adecuada. En algunas ocasiones, el mal comportamiento de tu hijo surge por razones más profundas que el simple hecho de portarse mal porque le dio la gana. En la mayoría de los casos intentan llamar la atención, en otras ocasiones, aunque no lo creas son pedidos de auxilio.
6.- No explicar por qué se está aplicando el castigo. El niño debe saber exactamente cuál es la razón por la cual está siendo castigado, omitir este paso es un grave error.
Hacerle ver al niño cuáles son las consecuencias de sus actos, será la forma en la que él podrá luego internalizar lo que hizo y aprender de ello.
7.- Aplicar los castigos a destiempo. Castigar a tu hijo por algo que hizo la semana pasada es un grave error. No sabrá, ni recordará por qué está siendo castigado. Los castigos deben aplicarse inmediatamente después de que el niño ha cometido una falta.
8.- Amenazar con el castigo y no aplicarlo, o quitarlo antes de lo previsto. Hacer esto, sólo estaría minando tu autoridad, sin mencionar que los niños ya no creerán en tu palabra y al final del día, terminarán haciendo lo que les venga en gana porque no cumples lo que prometes. El niño no aprenderá la conducta adecuada, el castigo perderá su valor y obtendrás indisciplina y falta de respeto.
9.- Castigar por largos períodos de tiempo. Puede que te resulte la primera vez, pero si el niño siente que está siempre castigado y no le das la oportunidad de demostrar que puede portarse bien, tal vez decida que no vale la pena hacerlo y continuará la mala conducta una y otra vez. Entrarán en un círculo vicioso del que será bastante complicado salir.
10.- No tener las normas claras. El niño debe conocer cuáles son las normas de la casa y de la forma cómo debe relacionarse con los demás. Es incongruente que castigues hoy a tu hijo, por algo que la semana pasada te hizo gracia.
Si el niño entiende lo que está bien y lo que no, sabrá que si lo castigaste es porque hizo algo que está mal y asumirá las consecuencias, caso contrario, asumirá los castigos como injustos, y no logrará establecer los valores pretendidos.
En conclusión, establece normas de comportamiento tanto en el hogar como fuera de él y cerciórate de que para tu hijo, dichas normas son claras y que las mismas deben ser asumidas y cumplidas. Enseña en lugar de castigar, mantente coherente dentro de los que dices y lo que haces, de esta forma, los castigos pasarán a ser la excepción y no la regla.
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