Desperté muy descansada. Era el momento de empacar para volver de regreso. Ya llevaba comprado mi boleto de tren de Nápoles a Roma y éste salía a las 6 de la tarde, así que podía aprovechar mi último día como quisiera para sacarle jugo.
Me levanté temprano, me bañé y me dispuse a empacar. Mi maleta miniatura no sería suficiente porque por supuesto, había yo hecho unas compras no previstas pero imposibles de dejar . Dentro de mis nuevas adquisiciones llevaba yo jabones de limón, dulces, chocolates, unas pashminas, un par de blusas que se me pegaron, aromatizantes con el “olor a Positano” y todo un kit de belleza con gel, crema y crema de manos hecho a base de aceite de olivo que compré en Ravello….
Organizé mis cosas lo mejor que pude y llevaba yo afortunadamente una pequeña bolsa de tela que empaqué desde Roma “por si acaso” y por supuesto, fue mi salvación para el regreso. No sé como le hice, pero logré empacar todo.
Bajé a desayunar por última vez al delicioso buffet del hotel. Con una enorme sonrisa pedí mi “mesa para uno” y procedí a mi mesa y de ahí a servirme mi fruta y un muy deseado café. Después me serví huevos revueltos, tomates asados, champiñones, quesos y pan integral. Degusté cada bocado. Me serví una segunda taza de café y me despedí de los meseros y del capitán que muy amablemente me habían atendido desde mi llegada.
Salí del restaurante y me fui a darle una última vuelta a “mi jardín” antes de emprender mi regreso. Lo caminé observándolo detalladamente para no olvidarlo. Para acordarme de sus lindas fuentes, de aquéllos maravillosos limones y naranjos, de las preciosas rosas de colores…..Hasta descubrí que en una orilla estaban sembrados jitomates que no había yo visto las veces anteriores.…
De verdad AMO los jardines. Me conectan con DIOS y la sensación de paz que me dan es maravillosa. Su belleza me llena el ALMA.
Aproveché mi última caminata por los jardines para darle nuevamente gracias a DIOS por estar conmigo, por permitirme vivir esta experiencia, por TODAS las BENDICIONES que tengo en mi vida…..
Entré al hotel y pasé a recepción para pedir que me fueran preparando mi cuenta para hacer el check out. Subí a mi habitación para lavarme los dientes y después de revisar que no olvidaba yo nada y de asomarme por la ventana para “grabar la vista”, salí con mi maleta y nueva bolsa para pasar a liquidar mi cuenta.
Pagué mi cuenta y me despedí de Paola, una chica super amable que habla perfecto español y que durante todo mi viaje estuvo muy al pendiente de mi. Después de darnos beso en ambas mejillas, nos despedimos y me dijo “ la esperamos el año que entra en el hotel”. Le sonreí y pensé……. “ojalá”!
Caminé hasta la avenida principal jalando mi maleta y cargando mi bolsa de tela. Llegando a la esquina di vuelta a la izquierda y empecé a caminar rumbo a la estación de tren.
Caminé por la banqueta empedrada con cuidado y registrando con detalle todo el pueblito, la iglesia, la farmacia, la ferretería, la tienda de empanadas……..para que todo quedara grabado con detalle en mi mente y en mi corazón.
Llegué a la estación y cargué mi maleta un piso para llegar a la taquilla y comprar mi boleto. Había yo decidido aprovechar el día para ir a Pompeya que queda justo entre Sant. Agnello y Nápoles y visitar este lugar tan único en el mundo.
Compré mi boleto a Pompeya y esperé en la estación como 15 minutos para que llegara el tren que iba rumbo a Nápoles.
Ahora, a diferencia de los días anteriores, me sentía con muchas cosas encima. Mi bolsa con pasaporte, dinero, botella de agua, llaves y otras cositas que siempre cargo, la maleta y la bolsa de tela.
No tenía yo idea cómo le iba a hacer para visitar Pompeya con mi equipaje pero decidí que lo resolvería de alguna forma porque tenía yo que ir a este increíble lugar.
El tren fue parando en múltiples estaciones de pequeñas poblaciones. Debimos de haber tardado cerca de una hora hasta llegar a Pompeya.
Cuando llegamos a la estación de Pompeya, nos hemos de haber bajado cerca de la mitad de los pasajeros del tren. Muchos cargando sus maletas y backpacks.
Por supuesto, todo está lleno de escaleras, así que tuve que cargar mi bolsa, mi maleta y la bolsa de tela (nuevamente recordé a mi instructora del gimnasio que me pone a hacer pesas y le agradecí en mi mente el haberme ayudado a tener una muy buena condición física).
A la bajada vi a varios turistas formados para dejar sus equipajes en custodia. No había lockers. Le entregabas a un muchacho tu equipaje y a mano, te escribía un número y te lo daba y le pegaba una etiqueta a tu equipaje y lo ponía “por ahí”. No me daba mucha confianza pero no tenía muchas alternativas. Pagué mis 5 euros por maleta, guardé el papelito con los números escritos a mano y le “di la bendición a mi equipaje” pidiéndole a Dios encontrarlo a mi regreso….
Ya “liberada de la carga”, salí de la estación y literalmente había una masa de gente sin orden, tratando de entrar a una oficina de turismo para comprar las entradas a Pompeya.
El sol candente a las 12 del día y el desorden total…..
Vi a mi derecha un puesto casi vacío con unos 5 turistas comprando unas entradas. Me salí del grupo de la “masa humana” y me dirigí a este puesto. Me dijeron que aquí pagaría yo 20 euros, en lugar de 6 pero llevaríamos una guía en inglés. La visita, me dijeron, duraría como dos horas. Ni lo pensé. Pagué inmediatamente mis 20 euros y me uní a este grupo.
Nuestra guía se presentó y la empezamos a seguir a la entrada de Pompeya. Más o menos a unas dos cuadras de la estación de tren.
Cuando llegamos a la entrada, nos enteramos que los 20 euros que habíamos pagado eran para el tour guiado, pero que además teníamos que pagar alrededor de 8 euros más para entrar?????.
Nadie entendíamos nada. Las colas afuera de Pompeya eran peores que las que se hacen para entrar a Disney, nada más que desafortunadamente aquí no había el orden que caracteriza a los americanos para el manejo de volúmenes de personas. Aquí estábamos en Italia, en donde el orden y la eficiencia, en especial cuando se trata del manejo de volúmenes de turistas, definitivamente NO es su especialidad. Y eso que AMO a Italia. Pero la realidad es la realidad.
La guía nos dijo que si no queríamos hacer las colas (quién quiere hacerlas), le diéramos a ella el dinero y ella nos conseguiría las entradas.
Fácilmente la esperamos como 40 minutos. Yo estuve parada un rato bajo la sombra de un árbol que encontré y vi a una mujer levantándose de una banca de cemento y corrí para ganar su lugar. Esperé como media hora sentada bajo la sombra y platicando con una muy simpática señora irlandesa quien me platicó que estaba visitando Pompeya con su hermana y estaba festejando su cumpleaños 50 y sus hijos le habían regalado el viaje.
Después de esperar a la guía aquéllos 40 minutos, ahora sí empezaba la visita guiada que duraría cerca de dos horas.
Pompeya es un lugar realmente extraordinario. La ciudad y la conservación de las ruinas es increíble. Yo no me esperaba encontrar algo tan magnífico, la verdad me sorprendió.
A lo lejos se veía claramente el volcán Vesubio. Afortunadamente yo compré el paseo sólo de la ciudad, porque la visita al Vesubio me hubiera hecho perder mi boleto de tren de Nápoles a Roma porque seguramente no hubiera llegado a tiempo….
La visita fue maravillosa. Caminamos mucho y entramos a todas las ruinas y vimos unas esculturas maravillosas. El sol estaba a su máximo. Eran como las 2 de la tarde. Yo había olvidado sacar el sombrero, que venía en la bolsa de tela, así que la bronceada fue totalmente gratis. Claro que llevaba yo protector solar untado de cabeza a pies pero de que adquirí un tono bastante veraniego, no hay duda y definitivamente alcancé mi máximo bronceado durante el viaje con este paseo…..
Al final del paseo te llevan a ver a los objetos, personas y animales que quedaron petrificados con la lava del Vesubio y que tienen resguardados en unas como bodegas que tienen rejas y las observas desde fuera.
Estaba yo cansada, asoleada y muy hambrienta al final del paseo. Me metí a la cafetería que tienen dentro de Pompeya y después de esperar en la fila de 3 personas como 25 minutos, pude pedir una rebanada de pizza y una botella de San Pellegrino. De verdad, a los italianos no se les da el orden y la organización. El que cobra, es el que sirve y va de un lado a otro para “armar cada pedido” y les “vale” si te dejan esperando o no. Muy impresionante. En negativo.
Me senté a descansar del paseo y a comerme mi enorme rebanada de pizza especial llena de queso mozarella y albahaca. Me supo deliciosa. El hambre es el hambre.
Descansé en mi “mesa para uno”, mientras observaba a mi lado a una familia no se si alemana u holandesa, de como 15 miembros, armar su mesa a mi lado. De hecho me preguntaron si podían llevarse la silla que estaba frente a mi. Les sonreí y les dije que por supuesto que sí.
Comí otra vez sólo conmigo, recordando todo el paseo y lo afortunada de estar ahí. Ya después de varios días de estar y comer sólo conmigo, se me estaba “haciendo más natural”, aunque les confieso que amo compartir la comida con la gente que quiero y expresar mis emociones e ideas y escuchar las de los otros…..
No hay duda de que no valoramos lo que tenemos naturalmente todos los días, hasta que dejamos de tenerlo.
Terminé de comer, pasé al baño y me alisté para buscar la salida. Caminé como 15 minutos y pregunté varias veces a varias personas en dónde estaba la salida. Pompeya realmente es extenso y es fácil perderse. Especialmente si no llevas un mapa o google maps.
Eran como las 4 de la tarde. Había yo llegado como a las 12. Encontré la salida y los letreros rumbo a la estación del tren. Llegué a la estación, compré mi boleto a Nápoles, busqué los papelitos para recoger mi equipaje y a Dios gracias, el joven del resguardo del equipaje me devolvió mi maleta y mi bolsa de tela intactas.
Crucé el tunel por debajo de las vías para tomar el tren para Napoli Centrale. Esperé alrededor de 20 minutos, sentada en el piso con otros turistas, bajo la sombra. Llegó el tren y lo abordamos. Me tocó sentada afortunadamente. Acomodé mi maleta detrás de mis pies y cargué mi bolsa y mi morral.
Hicimos como 45 minutos a Nápoles. Llegamos pasaditas las 5 de la tarde. Me bajé del tren local y me dirigí al piso superior de la estación para buscar en los pizarrones electrónicos, por qué vía saldría mi tren rumbo a Roma a las 6 de la tarde. Aun no estaba anunciado.
Busqué un cafecito para pasar el tiempo y comerme un rico postre. Pedí la clave del internet, un capuchino y una deliciosa tarta de fresas miniatura que disfruté enormemente mientras subía mis fotos a facebook, mandaba unos whatsapps y le avisaba a mi hijo y a mi amigo Paco que estaba yo “sana y salva” lista para tomar el tren a Roma.
Diez minutos antes de la salida de mi tren a Roma, busqué nuevamente en los pizarrones a qué vía tenía yo que dirigirme. Ahora si encontré mi tren en los pizarrones.
Me dirigí a la vía y resulta que este si era un tren de primer mundo. Nuevo, hermoso, mucho más moderno del que había yo tomado de Roma a Nápoles. Encontré mi carro y mi asiento. Acomodé mi maleta y mi bolsa y me senté. Frente a mi venía sentada una mujer muy ejecutiva trabajando en su computadora. Vi que tenía conectado su cable abajo de la mesa. Perfecto, saqué mi teléfono que ya casi no traía batería junto con el cable y durante todo el viaje cargué mi celular.
El viaje comodísimo, en un tren precioso y ultra moderno. Qué contraste con aquel “tren guajolotero” que te lleva de Nápoles a Sorrento. Nada, absolutamente nada que ver…..
Llegué a Roma alrededor de las 7 y media de la noche. Me bajé del tren y me fui a la salida directamente rumbo a la parada de los taxis. Afortunadamente había bastantes taxis a esa hora y la fila avanzaba rápido. Me subí a mi taxi y le di la dirección de la casa de mi amigo. Ya sabía yo que me tomaría como 20 minutos llegar y pagaría yo como 15 euros.
Respiré profundamente….me sentía nuevamente en casa, de regreso en Roma lista para pasar una maravilloso fin de semana antes de regresar a México.
Continuará…..
- México
Gracias por sus bellos comentarios y por acompañar ame en esta maravillosa aventura! ❤️?
Yo también Carito, qué delicia Pompeya. Gracias por transportarnos a eso bellos lugares :)
Caro! No puedo creer que se terminó el viaje! Qué maravilla tu visita a Pompeya! Me encanta cómo cuentas cada cosa que te va sucediendo, si hay alguien que quiera visitar esos lugares, con tus relatos ya no se puede perder! o sabe a qué atenerse! Continuaré leyéndote!