TERCERA EDAD
¿PLENITUD O DECADENCIA?
Varias veces me han sugerido escribir sobre este tema, y le había estado dando vueltas sin decidirme, porque no sabía cómo abordarlo. Espero que de esta manera, sea interesante y útil para quienes ya llegaron, para quienes como yo, comenzamos a percibir la cercanía de esta etapa, y también para los hijos de quienes están en la tercera edad.
Durante años mi firme deseo era no llegar a los 70 años. Me imaginaba un panorama sombrío donde el telón de fondo era la dependencia, la inactividad, la enfermedad. La mayoría de las personas con quienes tocaba el tema estaba de acuerdo conmigo en que era muy duro llegar a esta etapa de “decadencia”. Les quiero participar que he comenzado a ver mi inminente vejez de una manera diferente. Espero en unos cuantos años poder contarles que las cosas sí se dieron de manera similar a como las estoy proyectando hoy.
Lo primero que me ayudó a modificar mi visión fue caer en cuenta de que el terror a depender de otras personas tenía mucho que ver con mi soberbia. Si, esta necesidad mía de tener el control sobre todo lo relacionado conmigo, ese creer que todo lo podía prever, esa preocupación por ocultar mi vulnerabilidad, me tenían asustada y paralizada ante una realidad que decida enfrentar o no, de todas maneras está a la vuelta de la esquina.
Y hoy me decidí a escribir sobre esto, precisamente porque acabo de tener una cirugía y he vivido claramente la vulnerabilidad y la necesidad de apoyo por parte de mis seres queridos. Esta ha sido una buena pequeña experiencia, un paso inicial hacia la humildad, y es eso lo que hoy quiero participarles. Y eso es algo que podemos trabajar desde ahora, el temor comienza a derrumbarse frente a nuestra firme intención de aceptar el proceso de cambio que es inminente. Muchas cosas se van a transformar en nuestro cuerpo y en nuestra mente, y es poco lo que podremos hacer al respecto, pero somos nosotros quienes decidimos hoy la manera como las vamos a enfrentar.
Y digo hoy, porque cotidianamente la vida nos va preparando y enseñando a tomar una actitud frente a las pequeñas o grandes pérdidas que vamos viviendo, lo imagino como un entrenamiento para la gran maratón final. Y ese entrenamiento incluye por una parte un trabajo interno de hacernos conscientes, de vernos en perspectiva y darnos cuenta de la actitud que nos conviene, del color de lente con el que decidamos ver esa realidad. Judith Viorst en su libro Necessary Losses expresa: “lo que determina la calidad de nuestra vejez es la actitud con que nos enfrentamos a nuestras pérdidas”. Volteemos a mirarnos y repasemos qué hemos hecho frente a las pérdidas en nuestra vida, cómo salimos adelante, qué herramientas utilizamos, si salimos fortalecidos luego de superarlas, estas reflexiones serán nuestras provisiones.
Otra parte importante del entrenamiento se relaciona con el entorno. Atrevámonos a poner en tela de juicio toda la serie de creencias que le ponen a la vejez esa máscara de horror que los medios nos vienen vendiendo a través de constantes bombardeos según los cuales los arquetipos de belleza y juventud son lo único deseable y aceptable para todos, queriendo despojarnos de nuestra individualidad, de nuestro derecho a escoger cómo vivir la última etapa de nuestra vida.
Y nosotros mismos, en nuestra interacción social, también podemos poner un límite y no ceder a la tentación de hacer eco a las miradas lastimeras y expresiones melancólicas cuando se habla de este tema. Sería interesante, poner el foco en ver que esta es una etapa ideal para permitirnos ser quienes somos sin tener que guardar apariencias, un permiso que nos da la vida de mostrar nuestras debilidades sin importarnos lo que otros digan, una oportunidad de acercarnos desde la sabiduría de los años a las generaciones más jóvenes para participar con ellos de su frescura, de todo lo que tienen para enseñarnos y de lo que nosotros podemos aportarles a ellos.
No pretendo proyectar la ilusión de que esta postura nos lleve a vivir una tercera edad llena de salud física o mental, pero lo que sí creo es que en el proceso de llegar hasta allá, estaremos más confiados, más alegres y nos estaremos dando la posibilidad de encontrar riquezas adicionales a las “generalmente aceptadas”.
Estoy de acuerdo con lo que ustedes pueden estar pensando: Claro Amparo, es fácil decirlo porque no es tu vivencia actual, pero ¿qué vas a hacer a la hora en que vengan las verdaderas dificultades, al momento en que tu cuerpo se niegue a responder como siempre lo ha hecho, a la hora en que comiences a perder las ideas en tu mente y no encuentres las palabras adecuadas para expresarte? Yo no tengo una respuesta, tal vez estaré escribiendo sobre esto mismo en veinte años y les estaré contando que este fue un camino que me llevó por donde quería, también es posible que ya no esté aquí o que no esté en posibilidad de escribir, pero algo en mi interior me dice que por el camino que voy, mi tercera edad va a ser una etapa serena y plácida, un cierre interesante a una vida vivida a plenitud.
Me encantaría saber la opinión de ustedes al respecto y también recibir ejemplos de personas que han podido vivir su vejez con serenidad y alegría. Igualmente si están en desacuerdo con mi posición, me encantaría escucharlos.
País:México
Excelente artículo Yo voto por una vejez tranquila y ojalá cerca a mis nietos. Y definitivamente a cuidar la salud desde ya para asegurar una vejez más cómoda; no necesariamente más larga
Gracias a ti Cristi, tu comentario complementa perfectamente mis ideas. También sugiero ver la película Pasante de Moda, aunque es comedia, tiene un bonito aprendizaje en relación con esta actitud.
Amparo, no podemos saber qué nos traerá el futuro, lo que sí podemos controlar es la actitud con la que viviremos. Y me encantó la invitación a prepararnos para esa etapa que puede ser tan plena como cualquier otra de nuestras vidas. Y prepararnos sobre cómo manejar nuestros prejuicios, y los diferentes ámbitos de la vida: asistir a formaciones en coaching, alimentarnos bien, hacer ejercicio, tomar clases de algo que nos guste, trabajar en algo que nos guste, seguir aprendiendo. Hay millones de artículos que hablan sobre consejos para evitar enfermedades, sobre las diferentes formas de mirar lo que nos pasa. Si creo que podemos prepararnos, aunque no sepamos qué va a pasar. Hay un libro de Walter Riso que se llama Sabiduría emocional y que nos pasea por diferentes herramientas para manejar mejor nuestras emociones. Gracias Amparo!