Te invito a que me acompañes hoy a compartirte uno de los más grandes “Tesoros” dentro de mi Baúl. Este tesoro, es realmente extraordinario y está formado por todo lo vivido y disfrutado en cada uno de Mis Viajes.

 

Recuerdo como si fuera ayer, todas las historias que mi abuelita materna me platicaba antes de irme a dormir.  Me encantaban.

La mayoría de estas historias tenían que ver con su papá, mi bisabuelo, Guillermo Warpur, quien había sido un hombre aventurero de corazón  y Naturalista y Explorador de formación. Había nacido en Bélgica, estudiado en Londres y vivido en Madagascar, en donde había descubierto, entre otras cosas, la “orquídea negra”

Mi bisabuelo, además de aventurero, era muy inteligente y hablaba varios idiomas y dialectos africanos. Era todo “un estuche de monerías”.

Por invitación del gobierno mexicano, en la época de Don Porfirio Díaz había venido a trabajar a México para hacerse cargo del cuidado de los Jardines de Chapultepec. 

Así es como Guillermo había llegado a estas tierras y había conocido a Carolina, mi bisabuela con quien había tenido una sola hija, mi abuelita Cristina.

Cuando mi abuelita me platicaba las aventuras vividas por su papá en Africa, en donde era perseguido por cocodrilos y guiado por diferentes tribus a selvas inexploradas, me dejaba boquiabierta y fascinada. 

Mi abuela era la mejor narradora de historias y me contaba todo con un nivel de detalle que me transportaba directamente al lugar y “podía yo ver” todo lo que me describía de una manera tan real..… 

 

Sin duda, ella sembró en mi la “semilla de exploradora y aventurera” que me ha llevado a disfrutar tantísimo todos los viajes que he tenido la oportunidad de hacer a lo largo de mi vida.

 

Por supuesto, mis papás también tienen mucho que ver con mi enorme “fascinación por viajar y recorrer el mundo”

Afortunadamente para mis hermanos y para mí, mis papás consideraban que parte de nuestra educación, además de la académica, era viajar en familia, para aprender sobre otras culturas y para expandir nuestros horizontes.

Así que tan pronto las circunstancias económicas lo permitieron, mis papás empezaron a planear unos “maravillosos viajes familiares” que nos llevaron a conocer diversas ciudades, países y continentes y que nos dieron la oportunidad, a los cinco, de vivir aventuras increíbles e imborrables.

Dentro de mis viajes familiares, con mis papás y hermanos, tengo innumerables imágenes de asombro y felicidad, tengo paisajes naturales bellísimos tatuados en el alma, ciudades milenarias extraordinarias, construcciones modernas, colores nunca antes vistos, momentos llenos de risas y carcajadas por no entender el idioma y haber pedido del menú platillos al azar para ver “qué sorpresa” recibíamos.

Tengo tantos sabores probados, de nuevos platillos, de frutas exóticas, de comidas diferentes….

Tantos sonidos escuchados y nuevos olores que cuando los vuelvo a vivir, de inmediato, mi alma viaja de regreso a los lugares en donde quedaron registrados por primera vez.

Tengo grabadas las imágenes de mis papás y de mis hermanos en las diferentes etapas y edades en las que fuimos compartiendo estas aventuras. 

Tengo el alma llena, de verdad. Llena de amor por mi familia, llena de recuerdos, llena de agradecimiento a mis padres por la oportunidad de vivir junto con ellos tantos descubrimientos, de compartir tantas experiencias juntos, de disfrutar tantas aventuras que siempre formarán parte de mi “Baúl de los Tesoros”.

 

Definitivamente mi niñez y juventud quedaron profundamente marcadas por mis viajes. Me abrieron la puerta a otras culturas, a otras formas de vivir, a otras formas de percibir y  a otras formas de apreciar mi mundo y mi planeta. Mi “espíritu aventurero” se fue formando y forjando a lo largo de los años. 

De hecho, cuando me convertí en mamá, supe que tenía que compartirle a mi hijo el regalo maravilloso de los viajes. Supe que desde muy pequeñito abriría su mente, su espíritu y todos sus sentidos para llenarse de experiencias y aventuras que quedaran grabadas en su corazón y atesoradas en su propio “Baúl de los Tesoros’. Dios me ha permitido darle este regalo y me siento afortunada y agradecida. 

Mi hijo ha podido recorrer el mundo en muchos viajes en familia, con sus abuelos, con sus tíos y primos, conmigo,  con su papá, solo, con amigos. Ha visitado ya muchas ciudades, países y continentes. Sabe moverse  perfectamente solo en cualquier lugar y apreciar el mundo desde diferentes perspectivas. Tiene una enorme fascinación por las diferentes culturas y un gran respeto por la diversidad. 

El y yo tenemos muchos viajes llenos de aventuras y experiencias que hemos tenido la oportunidad de compartir y disfrutar juntos y que han quedado registrados para siempre, en nuestros respectivos “baúles de los tesoros”.

Yo sigo planeando diferentes aventuras. Algunas con mi hijo, otras con amigas y otras sola. 

A todos los viajes les pongo lugar y fecha y hago todo lo que tenga que hacer para  que sucedan. Sin fecha, todo se queda en ilusión y en buenos deseos.

 

Mi espíritu quiere seguir explorando, quiere seguir asombrándose y llenándose de aventuras, de imágenes maravillosas, de nuevos amigos,  de reencuentros, de sabores, sonidos y olores mágicos. 

 

Pretendo seguir viajando hasta el último día de mi vida. Tengo tanto que ver, tanto que aprender, tanto que valorar, tanto que disfrutar, a tantas personas maravillosas que conocer…

 

Siguiente parada….Perú.

Por conocer Lima, Lago Titicaca, Cusco y Machu Picchu.

Viajando con mi hijo.

Fecha, diciembre del 2016.

Status…. todo listo.

 

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