Fue exactamente éste el título del e-mail que recibí el día 02 de enero, de una cliente que atendí ayer al final del día.

 

Quiero en primera instancia agradecer a la Comunidad www.adipiscor.com por invitarme a ser uno de sus columnistas. Me sentí muy honrado por la invitación y se me ocurrió abrir este espacio con un tema actual y que despierta mucho el interés de las personas.

 

Me gusta ahondar en los asuntos de la vida cotidiana, en temas reales, que puedan ayudar a los lectores a dilucidar cómo pueden aprender, enseñar y evolucionar.

 

Los invito a leer y disfrutar cada una de las palabras que conforman esta historia y, al final, anímense a comentar y dejar sus críticas, porque la mejor parte de esto, es la oportunidad que tenemos de poder interactuar y así poder crecer juntos.

 

Me presento como tu Coach Personal, o tu Hipnoterapeuta virtual y todos los miércoles estaremos aquí para disfrutar de nuestro Momento Terapéutico.

 

Recuerdo que acababa de llegar al hotel después de 90 minutos de caminata que hice hasta el Louvre, en París. Hacía mucho frío y luego de un buen y relajante baño, decidí sentarme y revisar los mensajes de correo electrónico, cuando me encontré con un extenso e-mail de una cliente desesperada, solicitando ayuda.

 

Su correo electrónico fue tan fuerte que incluso estando en otro país, decidí llamarla para conversar un poco con ella e intentar calmarla. Cuando ella atendió la llamada y le dije quien era, comenzó a llorar y allí nos quedamos hablando durante algunos minutos. Le recomendé un audio que estaba en mi sitio web y quedamos en volver a conversar cuando regresara de mi viaje, y así fue, justamente ayer la atendí.

 

Como esta joven de 39 años, muchas otras mujeres y hombres también sufren de una ansiedad fuera de lo normal. Incluso con diferentes historias, la mayoría de ellos describen la situación por la que están viviendo de una forma bastante similar, cuando plantean que no tienen ningún control sobre su situación y creen que van a morir, quedando incluso paralizados ante el miedo que esto les provoca.

 

Otra situación similar que plantean vivir estas personas es que, la mayoría afirma que sus familias no las entienden. Sus familiares piensan que la situación que viven es sólo un capricho o algo muy sencillo de resolver y que sólo basta con pensar en otra cosa y listo, resuelto el problema.

 

Lo curioso es que entre pensar en otra cosa y resolver el problema, existe un abismo, en el que el alma de esa persona cae por horas y mientras ella cae, sus pensamientos pueden volverse muy acelerados, o bien verse en cámara lenta y sea una u otra la situación, ellas no logran entender lo que está sucediendo, porque tienen el cuerpo paralizado y la mente dormida.

 

Si estás leyendo este artículo y nunca has experimentado esta situación, probablemente no la vas a entender, pero si sufres de esta ansiedad exagerada, este pánico, este miedo que parece un ataque de un monstruo en un día de un oscuro invierno, comprenderás y sabrás que en mis palabras, no existe exageración.

 

Mi contribución al escribir este artículo es decir que, así como entiendo que el dolor es descomunal y que el sufrimiento pareciera ser interminable y eterno, también te digo con todas sus letras que la mente que creó las cadenas con el candado, es la misma que mucho antes diseñó la llave.

 

Muchos de mis clientes que presentan estos problemas, dicen que no saben de dónde vienen o por qué se sienten tales sensaciones, pero ninguno de ellos soporta la idea de vivir de esta manera y creo que ni siquiera deberían aceptar y sumergirse en el problema, buscar la causa "en mi opinión" es la solución.

 

Soy un especialista en hipnoterapia y uso otras herramientas terapéuticas como la regresión y la programación neurolingüística y trabajando con estas herramientas juntas en una sesión de búsqueda de la "causa", he logrado excelentes resultados. Esto ha sido tan eficaz que hoy en día tengo clientes en diferentes partes de Europa que llegan a la isla de Madeira para hacerse un tratamiento conmigo y eso me hace muy feliz, por supuesto.

 

Feliz, principalmente porque se trata de un trabajo serio que hago con el cliente, pasando por momentos importantes y significativos de su vida y a medida que descubrimos traumas o situaciones desagradables, damos un nuevo significado al hecho y entendemos mejor lo que sucedió, utilizando los recursos internos.

 

Entiendo con claridad que con cada sesión el cliente adquiere más experiencia, más fuerza y puede superar una fase más de su problema. Espero “siempre” ansioso la próxima sesión, para volver a ver a mi cliente. Me produce curiosidad lo que me irá a contar sobre lo que ha acontecido en su día a día entre una sesión y otra.

 

Es como si tomáramos la decisión de hacerle frente a estos monstruos e incluso con miedo, apagamos las luces y no vamos de cacería para atraparlos uno por uno y, al contrario de huir o desmayar delante de ellos, al atraparlos, iniciamos un largo diálogo, para hacerles entender que no podrán atemorizarnos más. Recuerdo a una cliente que después de casi dos años sin una crisis, me envió un mensaje que decía: "Sabes, Eric, creo que lo que hicimos fue que hipnotizamos mis monstruos y se han convertido en buenos chicos," Por supuesto que fue una manera de decir "estoy bien", pero confieso que me encantó que pusiera "hipnotizamos" y "transformaron" en la misma frase, ya que combinan muy bien.

 

En todos mis casos, siempre digo que es la predisposición del cliente lo que me ayuda a desarrollar mi trabajo y algunos de ellos llegan con tanta sed de solución, que terminamos por formar un muy buen equipo y logramos que las cosas sucedan… Y yo amo todo eso multiplicado por 2!

 

Mi misión en la vida es transformar personas comunes en extraordinarias y con cada victoria, me siento más cerca de ese deseo. Esto me trae una sensación de bienestar gigante.

 

El secreto es ir a la fuente, fijarnos en las raíces plantadas y seguir el camino, el rumbo que ellas tomaron. Sin duda, si lo hacemos con calma y bien hecho, encontraremos lo que no está en armonía con el resto y allí podremos sumergirnos y resolver.

Les doy las gracias por quedarse conmigo hasta el final, muchas gracias por seguir mi trabajo. Les pido compartirlo para ayudar a otros a descubrir este camino. Hazme saber tu opinión sobre lo que has leído. Me encantará leerla.

 

Abrazos Hipnóticos y hasta una próxima oportunidad.