Anónimo
Claudia perdió a su madre hace unos años, víctima de cáncer. Al margen de creer que ella la protege y aconseja permanentemente, debido a ciertas experiencias, también está convencida de la existencia de su ángel guardián.
Cierta ocasión, estaba reunida con un grupo de gente que practicaba meditación. El coordinador de este sugirió a sus alumnos se concentrasen en su guía espiritual y le preguntaran su nombre”porque todos los ángeles tienen un nombre”, me dijo.
Claudia no pudo, sin embargo, hallar la respuesta a este interrogante durante la clase. Termino la sesión un tanto frustrada. Pero, un intenso y exquisito perfume la embargo.
– ¡que rico perfume! – exclamo en voz alta, dirigiéndose a sus compañeros – ¿pueden sentirlo?
El coordinador y el resto de sus discípulos no percibieron ningún aroma. Ella pensó:
– ¡qué extraño, yo lo huelo en todo el recinto!
Concluida la clase, salió a la calle. ¡Cual sería su sorpresa al seguir percibiendo aquella delicada fragancia! Abordo el autobús que la llevaría a su casa y… ¡el perfume la seguía a donde quiera que iba!
Allí fue cuando se percato de la importancia de aquella experiencia. Una voz dentro suyo le dijo: “así es, este es el perfume de tu ángel… es mi perfume”
Este especial ser quería demostrarle a su protegida que nunca se hallaría sola, que dios, a través de sus “soldados”, estaría a su lado, en las buenas y en las malas.
- Ecuador
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