Pero ¿de dónde sale esta tradición? Tiene sus orígenes en los tiempos prehispánicos, en la que se honra a los difuntos, y que justo coincide con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos. Comienza el 1 de noviembre, y el Día de los muertos es el 2 de noviembre.
En la era prehispánica era una práctica común conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento. Originalmente, la celebración de los muertos duraba todo un mes, y era presidida por la diosa Mictecacíhuatl, la “Dama de la Muerte”, y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las celebraciones eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
Por esa época también se solía enterrar a los muertos con comida, ofrendas y objetos para su viaje hacia la otra vida (no muy diferente a las culturas china y egipcia), ya que se creía que las personas, cuando morían, debían pasar un tiempo en el reino de Mictlán, para luego ir cielo, o Tlalocan. Para este viaje se iba a necesitar agua y comida, velas o faroles para alumbrar, monedas para pagar por cruzar el río, y un palo para ahuyentar al diablo.
En la actualidad, las personas adornan las tumbas de sus seres queridos y se sientan a comer con ellos; otros construyen altares a su alrededor, donde aprovechan para dar una idea de cómo era la persona muerta, o qué le gustaba, a través de objetos, imágenes, fotos, sabores, papel picado, olores y muchas flores. No es una fiesta solemne, es siempre alegre y divertida.
Esta celebración no sólo se realiza en México, sino en muchos países de América Central, como también en Brasil, donde se la llama “Dia dos Finados”, con la diferencia de que no tiene las mismas raíces prehispánicas que la festividad mexicana. También se la celebra en muchas ciudades de Estados Unidos donde las comunidades mexicanas y centroamericanas son muy grandes.
- Argentina
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