Recuerdo como si fuera ayer el día en que me convertí en mamá. Hasta ahorita y sin dudarlo ni un segundo, ese ha sido el día más feliz de mi vida….
Tengo diecisiete años y cuatro meses de haberme convertido en mamá. No lo puedo creer cómo vuela el tiempo. Es increíble todo lo que he tenido que aprender para SER MAMÁ.
Desde entender el llanto de mi hijo, hasta cambiar pañales, aprender a cocinar, inventar cuentos para que se pudiera dormir, hasta ser compañera de juegos, chofer, doctora, psicóloga, chef, coach, terapeuta, maestra….
Cuando nació mi único hijo entendí y valoré con todo mi ser el AMOR INCONDICIONAL que mi mamá me había dado para convertirme en la mujer que ahora soy. Hasta ese momento comprendí la entrega total que se requiere para ayudar a otro ser humano a convertirse en un ser de bien e independiente.
Es increíble llevar dentro de nosotras una vida. Sentirla desde los primeros meses de gestación, iniciar una comunicación y una unión de almas con nuestros hijos, que durará para toda la vida.
Los hijos nos transforman, nos permiten desarrollar nuevas capacidades, adquirir nuevos conocimientos, crecer y convertirnos en mejores seres humanos.
No hay duda de que nadie nos enseña a ser mamás. Es un rol que vamos aprendiendo desde que nacen nuestros hijos. Y éste es un rol que debe irse modificando, en la medida de que nuestros hijos van creciendo para irlos “soltando a la vida” para que logren volar sin nosotras.
Es increíble como nuestros años de niña nos “marcan”, así como la educación que recibimos y nuestros sistemas de creencias para adquirir cierto “estilo de mamá”.
Así, hay mamás sobreprotectoras, preocuponas, estrictas, light, aprehensivas, despreocupadas, empalagosas, controladoras, exigentes, intensas, etc., etc.
Ninguna sabemos “qué estilo de mamá seremos”, hasta que nos convertimos en mamás e instintivamente empezamos a ejercer el rol.
En ese momento, empezamos a ver si somos exageradamente preocuponas o regañonas o cualquier otro estilo y tenemos que empezar a trabajar en nosotras mismas para tratar de equilibrarnos y convertirnos en mamás EFECTIVAS.
Qué enorme RESPONSABILIDAD es tener en nuestras manos la vida y el desarrollo de otros seres humanos.
De nosotras, las MAMÁS depende no sólo la supervivencia de otros seres humanos, pequeños y dependientes, sino su bienestar físico, emocional, intelectual y espiritual.
De lo que HAGAMOS o DEJEMOS DE HACER en nuestros roles como MAMÁS dependerá el tipo de hombres y mujeres que dejemos en este mundo.
Así, si ejercimos efectivamente nuestra labor, dejaremos hombres y mujeres sanos, positivos, con buenos hábitos, con una buena educación, trabajadores, espirituales, que vengan a SUMAR a este mundo.
Por el otro lado, si no ejercimos efectivamente nuestro rol como mamás, estaremos dejando hombres y mujeres mal educados, sin valores, sin disciplina ni buenos hábitos y poco evolucionados que RESTARÁN a este mundo.
Es IMPACTANTE la responsabilidad que tenemos como FORMADORAS de otros seres humanos y el enorme RETO de hacerlo EFECTIVAMENTE y con AMOR.
No hay trabajo más importante en este planeta. Aunque algunos lo subestimen y nos hagan preguntas que dejan mucho que desear como, “¿trabajas o sólo eres mamá?”
Las que somos MAMÁS sabemos que esta labor es de 24 horas, 7 días de la semana, 365 días del año, por muchos años. Muchos.
Hoy hago un ENORME RECONOCIMIENTO a todas las mamás. Empezando por la mía, a la que amo, adoro y agradezco desde el alma todo el AMOR INCONDICIONAL y enseñanzas de vida que me ha dado para convertirme en la mujer que hoy soy.
GRACIAS a TODAS las BUENAS MAMÁS. Gracias por su entrega, gracias por trabajar desde el AMOR, gracias por su compromiso de dejar en este mundo a hombres y mujeres de bien, que contribuyan a SUMAR y a hacer un mundo mejor.
- México
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