Por lo general, cuando despertamos nos sentimos revitalizados, motivados y con un gran desbordamiento de energía, estamos listos para enfrentar nuestro día.
Y es que la energía es la que nos impulsa a realizar nuestras actividades y cumplir con las acciones que tenemos pendientes de forma exitosa. Podríamos decir que se constituye en nuestro motor, sin ella, poco podemos hacer.
En ocasiones, a medida que nuestra jornada avanza, comenzamos a sentirnos agotados, desmotivados y con ganas de terminar todo rápido para irnos a descansar y a todas estas, solo ha transcurrido la mitad de nuestra jornada laboral. ¿Qué ha pasado? ¿Hacia dónde se fue toda la energía con la que contábamos al principio?
A veces lo adjudicamos a la cantidad de tareas que debemos llevar a cabo, pero no nos imaginamos que existen ciertas actitudes y hábitos que nos pueden robar energía de forma descarada y sin darnos cuenta.
La buena noticia de todo esto, es que no tenemos que buscar culpables fuera, ya que los grandes culpables de nuestra falta de energía somos nosotros mismos. Esta se debe a ciertas actitudes que adoptamos en nuestro diario vivir y que sin darnos cuenta van despojándonos lentamente de algo precioso, nuestro combustible para poder funcionar de manera adecuada. Afortunadamente es algo que podemos corregir, si aprendemos a detectarlo y a cambiarlo.
9 Actitudes que nos roban energía
¿Te sientes cansado, desmotivado, sin ganas de hacer nada? Busca la razón en las actitudes que adoptas diariamente. Te comentamos algunas que pudieran estar robando tu energía. Al detectarlas debes hacer lo posible por eliminarlas de tu vida.
1.- Vigilar las emociones.
Nuestras emociones son las que nos impulsan a movernos, algunas son positivas y nos impregnan de energía, mientras que otras se transforman en un verdadero colador, ¡cuidado con estas últimas!
Cuidado con la ira, que nos desgasta por la gran cantidad de energía que requiere. Puede convertir nuestra vida en un torbellino e impulsarnos a hacer cosas de las cuales podemos arrepentirnos después. Lo mejor será intentar mantenerla a raya.
Luego tenemos, el miedo, que nos paraliza, el amor obsesivo, que nos distrae y nos quita la concentración, la culpa, que se convierte en una forma de autocastigo y los celos, que pueden arruinar nuestras relaciones.
Si nos hacemos conscientes de ellas, podremos gestionarlas de la forma adecuada.
2.- Pensamientos rumiantes.
Son aquellos pensamientos que nos dan vueltas y vueltas en la cabeza y que no podemos parar, muchas veces por situaciones que ni siquiera podemos manejar. Este tipo de pensamientos no solo son dañinos, sino que pueden provocarnos una profunda fatiga mental, originada por la pérdida de nuestra energía al darle vueltas y vueltas a un problema sin buscarle solución.
Rumiar amplifica los problemas y el sufrimiento, por lo que debemos detener este tipo de pensamientos y darle espacio a vivir el resto de nuestra vida disfrutando de los momentos felices.
3.- No vivir en el presente.
Cualquier pensamiento que pongamos en lo que ya pasó, que no tenga otro objetivo que la reflexión, se convierte en energía desperdiciada y preocuparnos por lo que pasará en el futuro, cuando ni siquiera sabemos si eso se hará realidad o no, se transforma en una energía mal enfocada.
Por lo tanto, nuestra mejor opción para evitar la pérdida de energía es enfocarnos en el presente, en lo que podemos resolver aquí y ahora.
4.- Resistirnos a las cosas.
Resistirnos a lo que nos sucede y con lo que no estamos de acuerdo, a los cambios que la vida nos pone en el camino, a querer siempre tener la razón en cualquier discusión, además de no traernos nada bueno, nos hacer perder nuestra preciada energía.
En este sentido, la clave será aceptar y soltar. Nos permitirá liberarnos de cargas y seguir adelante ligeros.
5.- Quejarnos continuamente.
La queja como forma de desahogo es considerada como buena, siempre y cuando, después soltemos el problema, pero cuando nos quedamos enganchados en ella, se convierte en una de las formas más efectivas para acabar con nuestra energía.
Quejarnos de forma vacía, sin la intención de encontrarle solución a las dificultades que enfrentamos, es un camino estéril. Muy por el contrario de ayudarnos, termina por paralizarnos.
Así que a la hora de que nos descubramos dentro de la espiral de la queja, debemos intentar salir lo más rápido posible de ella.
6.- Procrastinar… Dejar todo para después.
Dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, nos resta energía. No posterguemos nuestros planes u obligaciones por otras tareas que son más gratificantes, pero menos importantes.
Procrastinar es una forma de evasión, en la que usamos otras actividades de refugio para no hacerle frente a situaciones que no queremos enfrentar. (Una decisión, un trabajo que no sabemos ejecutar, etc).
Lo mejor que podemos hacer es pararnos frente la situación y resolverla de la mejor manera posible.
7.- Pensar siempre en negativo.
Los pensamientos negativos son por lo general una queja hacia nosotros mismos. O pueden hacernos creer que situaciones inocuas pueden convertirse en realmente peligrosas. Pueden ser tan dañinos que nos pueden producir dolor, acabar con la esperanza, destruir nuestra autoestima, quitarnos energía y arrebatarnos toda nuestra fuerza y vitalidad.
Para detenerlos, debemos prestar atención a nuestros pensamientos, replantear cualquier idea rumiante, rodearnos de gente positiva, practicar algún deporte, repetir afirmaciones positivas, recordar que no somos perfectos y seguir adelante.
8.- Darle poder a las otras personas sobre nuestra vida y decisiones.
A veces lo hacemos sin ni siquiera darnos cuenta, pero dejamos que lo que las otras personas opinen y piensen sobre nosotros, nos frustre y nos deprima.
En ocasiones incluso, hacemos lo que nos dicen con tal de ser aceptados y nos anulamos a nosotros mismos. Abandonamos nuestra propia personalidad y deseos para cumplir con los deseos de los demás. Haciendo esto, regalamos nuestra energía a los otros.
Para evitarlo, debemos ser impulsados por nuestros propios sueños y deseos, sin importar lo que los demás piensen u opinen y evitando que intervengan en nuestras decisiones.
9.- No saber delegar.
Querer intentar controlarlo todo puede ser agotador. Adoptando esta actitud, perderemos una gran cantidad de energía, pues no es posible alcanzar ese control total. De hecho, el resultado podrá ser, llenarnos de frustración y de ansiedad.
Lo mejor será, aprender a delegar sobre otros aquellas tareas que no necesitamos hacer nosotros mismos. Esto nos permitirá mantener nuestras reservas de energía y con toda seguridad seremos más felices.
Autoevalúate y analízate, si descubres que desarrollas algunas de estas actitudes, haz lo posible por erradicarlas, esto evitará que gastes tu energía de forma innecesaria. Te hará sentir más libre, motivado y feliz contigo mismo.
Fuente:
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¿Te has descubierto practicando alguna de estas actitudes en tu día a día? Cuéntanos qué has hecho para corregirlas.
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