Actuación sin límites. Nicolás Francisco Herrero y Federico Herrero, especialistas en artes y ciencias del actor, publicaron en el Instituto internacional de artes , un trabajo de investigación: -Actuación sin límites-. Del trabajo citado conceptos: desde mi punto de vista. Federico Herrero y un concepto clave de punto de partida: -Actuación múltiple-

 

Actuación sin límites. Nicolás Francisco Herrero y Federico Herrero, especialistas en artes y ciencias del actor, publicaron en el Instituto internacional de artes , un trabajo de investigación: -Actuación sin límites-.
Del trabajo citado conceptos: desde mi punto de vista.
Federico Herrero y un concepto clave de punto de partida: -Actuación múltiple-, es la fuente de inspiración del teatro y arte del actor de nuestro tiempo, en él están presentes las actuales realidades.

La vida es la fuente.

Actuación múltiple, propone una cultura vital, que tenga una concepción de tono mágico, centrada en sí misma, que sea como un segundo aliento para la vida, y la civilización sería la práctica, el ejercicio de este gran: cuerpo en acción.

Es la instauración de una nueva tradición que con el tiempo puede ir perfeccionándose. Una tradición que varía de forma, porque lo que busca es darle al hombre acceso a lo que no está en este mundo, a producir una ruptura.

Federico Herrero dice: no creo en absoluto que el hombre haya imaginado todo lo sobrenatural sino que, por el contrario, ha concluido por corromper lo que la existencia posee de divino.

Lo que busca es recuperar el vínculo con lo que antaño se perdió.

Explica entonces cómo el teatro puede influir sobre un grupo numeroso de gente. Demuestra cómo el orden del mundo es subvertido por las contradicciones, fenómeno absolutamente mental en donde todo se trastoca y todo se evidencia.
El actor debe tener algo de esto: la ficción actúa en lo social, porque afecta a importantes comunidades y las transforma.

En ambos casos se produce porque: el espíritu acepta con fervor lo que ve y actúa según aquello en lo que cree.

Es el acto de la fascinación, en donde el espíritu hace activamente real lo que lleva en su interior.

El actor, además, debe ser la representación del mal y del bien.
Para Nicolás Francisco Herrero, es la manifestación de la parte oscura de la vida es la que mejor representa.

Propone un tipo de actuación que regrese a su origen, que vuelva otra vez a ser mágico.
Piensa que hay que recuperar la idea fundamental de ceremonia, de ese instrumento sagrado que sirve una vez, que es como la punta de una cuerda que ha quedado de este lado, y que conecta con el absoluto, del otro.

Quiere abolir el arte por el arte. Será un actor que se comunique con las fuerzas puras, en donde el espectador estará en el centro como parte fundamental de la acción, la acción de entrar en un trance.

En cuanto al lenguaje, hay un tipo de pensamiento que no es el de las palabras y que se puede manifestar en la ficción.
Las palabras no son el centro, son apenas otra herramienta. Otro tipo de pensamiento puede ser formulado en la escena, con todos los elementos.

Esto posibilitará la sustitución de la poesía oral por una poesía que se desarrolla en el espacio para realizarse adecuadamente en un dominio que no pertenece al estricto territorio de las palabras.

Se trata de un lenguaje puro que puede prescindir de las palabras, como sucede con las pantomimas reales, que evocan fuertes imágenes poéticas en el espacio, como jeroglíficos. De esta forma el espíritu conectará naturalmente con contenidos intensos, naturales o espirituales.

Federico Herrero dice que las palabras deben ser de tono metafísico, como en la poesía verdadera. Deben escapar al uso común y cotidiano que se le ha dado, que no es otra cosa que esa manía por explicar las cosas de forma clara. Propone recobrar el valor acústico de las palabras, que vuelvan a ser el enlace con la realidad profunda del hombre, que recobren su función de conjuro y la importancia que adquieren en los sueños.

Lo que los directores proponen es que el arte recobre su función sagrada, aquella que tuvo en un principio. Sabe que el hombre occidental lleva mucho tiempo muerto, y que el nacimiento siempre es doloroso, el cambio de un estado a otro implica un chorro de sangre. Por eso le pide al artista inclemencia, brutalidad, crueldad. Hay que propinar un duro golpe al hombre que lleva dormido tantos siglos, y que se ha habituado tanto a la vida que ya no reconoce ninguna realidad más que el de las apariencias, el de la estupidez, el de la comodidad de un transcurrir apagado.

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