Probablemente pasa desapercibido, pero en estos días gobiernos de todo el mundo están preocupados por su patrimonio natural.

 

Como todos los años, entre febrero y marzo los países tienen que reportar ante la UNESCO el estado de conservación de los Sitios de Patrimonio Mundial para que, en la reunión anual del Comité de Patrimonio, se renueve la designación. Pero para los gobiernos andinos parece ser una época más bien tranquila, porque hay muy pocos sitios de patrimonio en los Andes.

La Convención de Patrimonio Mundial fue establecida en 1972 porque la humanidad considera que ciertos bienes del patrimonio cultural y natural son de interés universal. Bajo esta convención, se creó una lista de los bienes que poseen un valor excepcional. Son sitios que merecen una protección especial, bajo la responsabilidad colectiva de toda la humanidad. En otras palabras, son las joyas de la corona de la madre tierra y de hecho, muchos de los Sitios de Patrimonio Mundial son muy conocidos: la Gran Muralla China, el TajMahal, la Acrópolis en lo cultural y las Islas Galápagos, el Gran Cañón y el Sagamantha (Monte Everest) en lo natural.

Paradójicamente, la humanidad ha declarado muchos más sitios culturales (759) que naturales (193[1]). Lo mismo pasa en los países andinos: hemos recibido el reconocimiento de la UNESCO para varios importantísimos sitios culturales como las ciudades de Quito, Cuenca, Cusco, Potosí y San Agustín. Sin embargo, hay pocos sitios naturales (Galápagos, Katíos, Malpelo,  NoellKempff-Mercado) y casi ninguno en los Andes. Entre Bolivia y Colombia, para mencionar solo dos ejemplos de países andinos mega diversos, tienen un total de diez Sitios de Patrimonio Cultural y apenas tres naturales. Perú es una excepción: cuenta con Sitios andinos de Patrimonio Natural en Huascarán, Río Abiseo y Manú. Por lo demás, los únicos sitios de montaña son el Sangay (Ecuador) y los Glaciares (Argentina). Una cifra decepcionante para la cordillera montañosa más larga, más diversa y (bueno, tengo mi sesgo…) más bella del planeta.

 

¿Por qué los países andinos no han nominado más bienes naturales para su inclusión en la lista?. Desde mi punto de vista, tener un Sitio de Patrimonio Mundial solamente les trae beneficios: es un reconocimiento internacional de la importancia del sitio y atrae turistas, fondos de apoyo y asistencia técnica. Si bien también pone reglas para el uso, éstas nunca pueden reemplazar la legislación ni la autoridad nacional. Y hay muchos, muchos sitios andinos que cumplen con los requisitos: desde las Sierras Nevadas del Norte (Santa Marta, Mérida, Cocuy), pasando por los volcanes y el altiplano con sus salares en el centro de los Andes hasta las impresionantes montañas del Sur. Además, el tema tampoco es de costo o de burocracia: es relativamente sencillo nominar un sitio y cumplir con los reglamentos para su denominación.

La razón para que hayan tan pocos Sitios de Patrimonio Mundial Natural en los Andes, de pronto tiene que ver con la lógica andina: la cosmovisión no separa cultura de naturaleza. Así que si consideramos áreas como el Chimborazo o el Titicaca, de excepcional belleza natural pero también con aspectos culturales muy diversos ¿lo nominamos como patrimonio natural o cultural?. Pero justamente para esto existe la categoría de Patrimonio Mixto: ya desde hace tiempo el Santuario Histórico Machu Picchu fue declarado sitio de Patrimonio Natural y Cultural. Además, ahora existe una categoría mixta nueva: de Paisajes Culturales. Argentina, con la quebrada de Humahuaca y Colombia, con el paisaje cultural del café, ya aprovecharon esta denominación. Estas categorías que incluyen aspectos culturales y naturales son ideales para el patrimonio andino.

[1] http://whc.unesco.org/es/list/

  • Les invito entonces a pensar en sitios aptos para la nominación de patrimonio de la humanidad y acercarse a los gobiernos para explicar los beneficios que ésto puede traer a los países. Personalmente, me provoca proponer toda la cordillera andina como un enorme sitio de patrimonio de la humanidad porque es de valor universal excepcional y el cuidar sus recursos naturales y culturales debe ser una preocupación de todo el planeta. Fuente: Revista Infoandina Autor: Robert Hofstede

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